San Bartolomé y la enigmática coincidencia de Juan García Atienza
Sin duda uno de los temas más fascinantes relacionados con esta ermita de San Bartolomé, es la enigmática coincidencia dada a conocer por Juan García Atienza, cuando, allá por el año 1979, publicaba su libro La meta secreta de los templarios. Hasta entonces, bien se podría decir que tanto la ermita de San Bartolomé, como el Cañón del Río Lobos, donde se asienta, eran lugares poco menos que desconocidos para el mundo, a excepción, claro está, de los vecinos de los pueblos de alrededor, como Ucero, Nafría, Arganza o Santa María de las Hoyas, sólo por citar varios ejemplos, entre otros muchos. Es posible que también tuvieran un primigenio conocimiento del lugar, algunos viajeros románticos, tipo Lord Byron, empeñados en realizar un viaje iniciático por un país variopinto pero arcano y sin duda, peculiar en sus tradiciones.
Viajeros que, alentados sin duda por las historias de los lugareños, variaban el rumbo de su camino con la única intención de conocer lugares desconcertantes y mágicos, en busca de una Verdad trascendente; y en el caso que nos ocupa, es posible que lo encontraran no sólo en la laboriosa y complicada simbología de que hace gala la ornamentación de la ermita, sino, también, en la precisión, digamos que aritmética, de su impresionante situación.
Tal debió de ser, posiblemente, la impresión de Atienza, infatigable investigador de la España mágica y mistérica, cuando hizo su notable descubrimiento, posiblemente sugerido, como piensan muchos otros investigadores hoy en día, por este curioso canecillo con forma de pata de oca, cuya fotografía ilustra el principio de la presente entrada.
También parece cierto, que fue a partir de ésta época, y del auténtico río de tinta que sobre el tema y el lugar comenzó a circular, como el Cañón del Río Lobos y su ermita templaria de San Bartolomé se convirtieron poco menos que en lo que son hoy: lugares de culto para los amantes del esoterismo y de los misterios sin resolver.
Afirmaba Atienza, poco más o menos, que la ermita de San Bartolomé constituye el eje imaginario, por decirlo de alguna manera, que marca una distancia equivalente con los dos cabos más septentrionales de la Península Ibérica: Finisterre y Creus.
[continúa]
Comentarios
Pongamos por caso que no lo fuera... que te sugiere a ti?
Salud y románico
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Salud y románico
En cuanto al crismón en un canecillo... te has fijado que la parte superior de este canecillo esta en blanco, sin motivos tallados? ... por qué?
No se que pensaran los expertos, pero el lugar, la iglesia y esos elementos tallados, más que de ritual iniciatico me huelen a templo de uso totalmente funerario.
Salud y románico
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Un saludo
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Tengo una foto de esa figura, una buena foto, todo hay que decirlo, que saqué allí mismo con zoom a tope, y en ella se descubren casi todos los misterios.
-No se trata, estrictamente, de una "pata de oca".
-No es, tampoco, un "mapa" de ningua ruta "esotérica".
-Tampoco es el mapa de un "cementerio templario".
-No es un presunto "coronado", con ofrendas en las manos.
-A lo que más se parece, es a un árbol.
Y si parece un árbol, huele como un árbol, y sabe como un árbol, aunque recuerde una pata de oca, será...
Desde luego, no se trata de un árbol convencional, sino de un árbol simbólico. Cuyas tres ramas, aludirían a las tres vías...
Visto de cerca, cada "rama" termina en una esfera, o "fruto esférico", las "ramas" laterales son lisas, pero la central, entre el "fruto" y la confluencia de las tres, tiene unas entalladuras como dientes de sierra. o zig-zag.
La "traducción" del símbolo se agrava, por culpa de los desperfectos de la piedra, roturas, desconchones, etc.
A mi me recuerda ese "Cristo sobre la runa de la vida", un "árbol con forma de pata de oca", de la encomienda templaria de Puente la Reina (Navarra), pues este símbolo es idéntico a dicha runa celto-nórdica. En el libro "A la sombra de los Templarios", pp.250-265, R. Alarcón da algunas pistas para interpretar este símbolo, pero a mi me gusta especialmente este párrafo:
"Si el Cristo crucificado en una cruz normal, es el iniciado que está en camino de alcanzar su total elevación; si el Cristo crucificado en una cruz Tau, es el iniciado que ha alcanzado la plenitud de su evolución; el Cristo sobre una Pata de Oca, o lo que es igual, el signo de la Vida, no es otra cosa que el hombre iniciado que ha trascendido su propia elevación, que ha trascendido incluso su total evolución, habiendo alcanzado así el Reino de la Vida, de la Realidad, muriendo al Reino de la Ilusión en que los mortales estamos inmersos mientras peregrinamos buscando una luz".
Es solo una sugerencia, aunque mi sugerencia principal, sigue siendo la de contar primero con buenas fotos y elucubrar después...
[Las explicaciones del guarda de Calatañazor, son impagables perlas de la "historia-ficción templaria", delirantes emanaciones que parecen surgidas de un buen vaso de orujo, tomado al amor de la lumbre, en una soriana tarde invernal].
Salud y fraternidad.
P.D: Tal vez el guardián de Calatañazor se pasara tres pueblos, pero lo que es seguro es que la cripta de la iglesia oculta misterios que, de ser cierto los planes de explorarla, puede deparar cosas sumamente interesantes.
[Facturo por horas, y no cobro IVA].