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Mostrando entradas de abril, 2010

Luna: iglesia de San Gil. ¿To be or not to be? ¡That's is the question!

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P artiendo de la base de que tanto Navarra, como Huesca y Zaragoza fueron territorios en los que el Temple, en tiempos, tuvo una cantidad considerable de posesiones, no deja de ser curioso, bajo mi punto de vista, desde luego, que en algunos casos -en lo referente a edificios o templos de impredecible génesis u origen- se pueda aplicar, como un guante, esta inmortal frase de Hamlet, refiriéndonos a la autoría o pertenencia de algún lugar emblemático y determinado. Este puede ser el caso, por ejemplo, con Eunate en Navarra, y también, desde luego, con este curioso templo de San Gil, enclavado en el pueblecito zaragozano de Luna, a escasa distancia de otra notable edificación religiosa: la iglesia de Santiago. F errán Marín, vecino de Luna, y miembro de una asociación cultural preocupada por el rescate y la conservación del patrimonio histórico-artístico de la región, no duda en comentar cuantas cuestiones relativas al pueblo y su entorno se le plantean. De hecho, fue un excelente cicer

El misterio de Olcoz

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'...se les crea una hermosa leyenda, una leyenda cristiana, pero tan parecida como sea posible a la leyenda tradicional, conservando símbolos y tótems. Históricamente, Santiago es un engaño, no para los "Jacques", puesto que las tradiciones son respetadas. El "Patrono-Jacques" se convierte en el Patrón Santiago. Desembarca donde debe desembarcar. Como un marino, en la costa de Occidente, al término del camino de las estrellas, al final de la "Vía Láctea", allí donde se halla el "Can Mayor", ¿acaso, en su supuesta predicación, Santiago no está acompañado de un perro?. ¿Un perro?. ¿Pero, acaso no es, en su forma de lobo, el tótem hasta hoy todavía, de los "Hijos del Maestro Jacques", actualmente Compagnons Passant de Devoirs?'... [Jacques Charpentier: 'El misterio de Compostela', Editorial Plaza & Janés, colección Realismo Fantástico, 1ª edición, diciembre 1976, páginas 130-131] ******* S an Miguel de Olcoz, al igual q

El Crucificado de Puente la Reina

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S i el Cristo crucificado en una cruz normal es el iniciado que está en camino de alcanzar su total elevación; si el Cristo crucificado en una cruz tau es el iniciado que ha alcanzado la plenitud de su evolución: el Cristo sobre una pata de oca, o lo que es igual, el Signo de la Vida, no es otra cosa que el hombre iniciado que ha trascendido incluso su total evolución, habiendo alcanzado así el Reino de la Vida, de la Realidad, muriendo al Reino de la Ilusión en que los mortales estamos inmersos mientras peregrinamos buscando una luz... [Rafael Alarcón Herrera: 'La otra España del Temple', Editorial Martínez Roca, 1988, Capítulo 7 (Templarios al pie de la Cruz), páginas 200-201]. T uve el honor de pronunciar en voz alta estas palabras que sirven de presentación a la presente entrada, el pasado martes, 30 de marzo, en presencia de un nutrido grupo de amigos, entre los que se encontraba -humildad al hombro, junto al trípode de su inseparable máquina fotográfica- el autor: Rafae

Las estelas funerarias templarias de Andaluz

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S egún uno venga de Berlanga o, en sentido contrario, procedente de Soria capital, dos estribaciones rocosas atravesadas como un cuchillo por la carretera general, indican la situación de un pueblo que se enorgullece de poseer -además de una longeva y arcana Historia- uno de los ejemplares más interesantes y notables del románico de la provincia: la iglesia de San Miguel Arcángel. I nmediatamente detrás de ellas, y al cobijo, quizás, de la más agreste de tales estribaciones, Andaluz -como así se llama el pueblo- dormita plácidamente en invierno, aguardando -como muchos otros pueblos de la provincia- la llegada de la primavera y el verano donde, además de las cigüeñas que custodian con celo la torre de la iglesia y esas golondrinas que, según Bécquer, no volvieron nunca más a Sevilla, retornan vecinos asentados en grandes capitales y turistas que, siguiendo probablemente las huellas de aquél legendario campeón, de nombre Rodrigo y conocido por la Historia como el Cid, repasan con ojos c