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Mostrando entradas de enero, 2013

Pelayos del Arroyo: un enigma apocalíptico llamado San Vicente

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A pesar de su cercanía a Sotosalbos, las modificaciones efectuadas a lo largo del tiempo, no permiten disfrutar de ésta iglesia de San Vicente, situada en Pelayos del Arroyo, bajo la perspectiva de admirar el templo de hermosas proporciones que realmente fue en sus orígenes. Sobre todo, desde el punto de vista de que en algún momento histórico, perdió la galería porticada -sustituída por un porche-, que se supone tuvo, a juzgar por los restos de arranque que aún se pueden vislumbrar. Y no obstante, salvaguardando esta circunstancia, no se puede decir, en absoluto, que la imagen actual no tenga cierto encanto y aún conserve, si no todos, sí al menos, algunos de sus ancestrales misterios. S ituada, como digo, entre Sotosalbos -recordemos su imponente iglesia románica, dedicada a la figura de San Miguel- y de otra pequeña población, que llevando por nombre La Cuesta, tiene una iglesia, románica también, dedicada a una figura no menos interesante, como es la de ese curioso santo de

Morón de Almazán: ermita de Nª Sª de los Santos

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C omo ya aventuraba en la entrada anterior, dedicada a ese curioso enigma epigráfico, al que por falta de una identifidación mejor, refería simplemente como el Signum -que en algunos ámbitos, es oportuno recordar, se asocia con el Temple y no deja de ser curiosa, además, su presencia en lugares que les pertenecieron o que supuestamente se les atribuyen- y que, entre otros diversos lugares, se localiza también en la portada principal de acceso a la iglesia de la Asunción, en la localidad soriana de Morón de Almazán, existe una tradición, recogida en su momento por Pascual Madoz, que refiere que la cercana ermita de Nª Sª de los Santos -o de los Santos Nuevos- fue en tiempos un convento de templarios. S ituada a las afueras de la población, aunque a la vista de la imponente torre de la iglesia, que se eleva sobre muela o elevación del terrero con cima plana, donde pueblos, como los celtíberos, solían tener predilección a la hora de levantar sus castros -precisamente, la imagen rom

Rastreando el Signum: Morón de Almazán

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E n algunos foros de Internet, de manera simbólica e identificativa, lo denominan ‘Lignum Crucis’, basándose en el detalle de que, en el templo donde se localiza, hay o hubo en tiempos, un fragmento de madera de la Vera Cruz. Hay también personas que, por sus características, observan en él lo que podría ser una posible ‘marca-crismón’. Yo prefiero denominarlo, simple y temporalmente, ‘Signum’ . Resulta evidente que su autoría y su posible significado, se pierden, de momento, en los abismos insondables de la Historia y en los universos paradigmáticos relacionados con los símbolos y su interpretación, a que tan aficionados eran nuestros ancestros desde el alba de los tiempos. L a primera vez que me tropecé con él, recuerdo que fue en el verano del año 2007, cuando apenas comenzaba a descubrir la provincia de Soria y sus numerosos atractivos. Era, de hecho, también la primera vez que pasaba por un curioso pueblecito, Andaluz, y por defecto, admiraba su imponente iglesia románica

¿Una estela funeraria templaria en Bordejé?

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C omo muchos otros pueblos de la provincia de Soria, no cabe duda de que Bordejé conoció épocas, cuando no tiempos mejores. Situado a apenas un par de kilóemtros de una población de cierta relevancia, como es Almazán, este pueblecito pasaría por completo desapercibido, si no fuera porque la robusta constitución de su parroquial, situada sobre lo más alto de las lomas que bordean el pueblo, llama la atención del viajero a kilómetros de distancia. S i alguna vez fue un templo románico -posiblemente lo fuera-, apenas lo aparenta en la actualidad. Pero tampoco ese detalle sirve de excusa para pasar de largo y desaprovechar la ocasión de echar un vistazo, dejándonos llevar, siquiera una vez, por la caprichosa veleidad de la curiosidad, pensando que cuando un menos se lo espera, alguna sorpresa se encuentra. Fue de este modo como, allá por las postrimerías del año 2007, me encontré con dos curiosos detalles: unas tijeras abiertas, graciosamente labradas en uno de los sillares de la v