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Mostrando entradas de junio, 2015

Sasamón: una puerta a las estrellas

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T al vez sea oportuno, en vísperas de la noche más mágica del año -aquella que determina el solsticio de verano y en la que Jano, el dios bifronte, libera, a través de la Jauna Coeli , toda una variada gama de espeluznantes exquisiteces que durante generaciones han formado una parte más o menos activa y esencial de los grandes mitos de la memoria colectiva de los pueblos-, echar mano de los recuerdos y volviendo la vista atrás, hacia esas infinitas llanadas castellanas, hacer que la imaginación, amigo lector, te transporte, desde donde quiera que estés cómodamente sentado frente a la pantalla de tu ordenador, hacia un lugar cuyo nombre, Sasamón, ya debería ponerte sobreaviso -seas o no persona dada a dejarte encandilar por el fatal atractivo de la mitología-, llevándote sutilmente hacia ese curioso mundo de los aforismos de índole extrapeninsular, que forman parte de esas raíces protohistóricas a las que, generalmente, la historiografía oficial prefiere obviar, temerosa, qué duda c

Los templarios de Moraime

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A una distancia de poco más de tres kilómetros de Muxía, a cuyo municipio, de hecho, pertenece, se encuentra un magnífico templo, que conoce bien todo peregrino que, habiendo decidido continuar su andadura hacia ese misterioso y emblemático Finis Terrae , deja atrás la magnificencia del antiguo Campus Stellae , la catedral y la tumba del Apóstol: San Xulián de Moraime. Si bien, los efectos de la erosión parece que se hacen mucho más acusados por su situación de cercanía al mar que en otros de similar época y características levantados en el interior, las peculiaridades y el simbolismo asociado, hacen de este templo de San Xulián, uno de los más enigmáticos de todo un variopinto conjunto de construcciones sacras que bien podría denominarse –y de hecho, así lo denominan no pocos autores- como el románico gallego del Camino de Santiago . Independientemente de esto, y como en otros muchos casos, existen determinadas fuentes que lo relacionan con la Orden del Temple, sin que, presumibl

Betanzos de los Caballeros, encomienda templaria

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‘Los señores de lugares, fortalezas y vasallos; los compañeros de armas de Alfonso VIII y Jaime el Conquistador; los soldados de las Navas y Valencia del Cid; los que tremolaron el oriflama español en las murallas de Cuenca, en los adarves de Sevilla y en los minaretes de Mallorca; los que extendían su vencedora espada desde Lisboa a Jerusalén…¡Hoy son una sombra perdida en la noche de la eternidad!’ (1) H istóricamente hablando, se sabe con absoluta certeza que esos compañeros de armas de Alfonso VIII y Jaime el Conquistador , entre otros, como tan románticamente los definió Cesáreo Nieto en el Boletín de la Real Academia de la Historia referenciado, hicieron de ésta hermosa villa brigantina un feudo, allá por los albores del siglo XII. De hecho, existe documentación que recoge la permuta realizada en 1251 con el rey Alfonso X el Sabio –recordemos, que ya aparecen los monjes guerreros en su famoso tratado de ajedrez y también el magnífico sepulcro policromado de su hermano, e